23.9.05

A cocachos aprendí

4 comments:

michperu said...

No se porque, pero «A Cocachos Aprendí» es uno de los poemas que mas recuerdo y el que no he podido olvidar de mi época escolar. ¡Buena Nicomedes!

Poemas de amor e dor said...

Amigos
continuem a divulgar e a escrever poesia. Que seria do mundo sem poetas?
Parabéns a vós todos novos poetas.
Saudades Rogério simões
http://poemasdeamoredor.blogs.sapo.pt

Anonymous said...

LA ESCUELITA

A cocachos aprendí
mi labor de colegial
en el Colegio Fiscal
del barrio donde nací.

Tener primaria completa
era raro en mi niñez
(nos sentábamos de a tres
en una sola carpeta).
Yo creo que la palmeta
la inventaron para mí,
de la vez que una rompí
me apodaron “mano´e fierro”,
y por ser tan mataperro
a cocachos aprendí.

Juguetón de nacimiento,
por dedicarme al recreo
sacaba Diez en Aseo
y Once en Aprovechamiento.
De la Conducta ni cuento
pues, para colmo de mal
era mi voz general
“¡chócala pa la salida!”
dejando a veces perdida
mi labor de colegial.

¡Campeón en lingo y bolero!
¡Rey del trompo con huaraca!
¡Mago haciéndome “la vaca”
y en bolitas, el primero...!
En Aritmética, Cero.
En Geografía, igual.
Doce en examen oral,
Trece en examen escrito.
Si no me “soplan” repito
en el Colegio Fiscal.

Con esa nota mezquina
terminé mi Quinto al tranco,
tiré el guardapolvo blanco
(de costalitos de harina).
Y hoy, parado en una esquina
lloro el tiempo que perdí:
los otros niños de allí
alcanzaron nombre egregio.
Yo no aproveché el Colegio
del barrio donde nací...

Nicomedes Santa Cruz (1958)

Anonymous said...

asi como ese poema te lo enseñan siempre en el colegio, tambien a los alumnos le deberian enseñar, a parte de la metrica, de la copla del pie quebrado, de los endecasilabos, del gastado analisis silabico de los heraldos negros, aparte de todo eso, deberian enseñarles, por lo menos, este poema de WATA



El guardián del hielo

Y coincidimos en el terral
el heladero con su carretilla averiada
y yo
que corría tras los pájaros huidos del fuego
de la zafra.
También coincidió el sol.
En esa situación cómo negarse a un favor llano:
el heladero me pidió cuidar su efímero hielo.
Oh cuidar lo fugaz bajo el sol...
El hielo empezó a derretirse
bajo mi sombra, tan desesperada
como inútil

Diluyéndose
dibujaba seres esbeltos y primordiales
que sólo un instante tenían firmeza
de cristal de cuarzo
y enseguida eran formas puras
como de montaña o planeta
que se devasta.
No se puede amar lo que tan rápido fuga.
Ama rápido, me dijo el sol.
Y así aprendí, en su ardiente y perverso reino,
a cumplir con la vida:
Yo soy el guardián del hielo.